Dentista por corazón
Por qué decidí ser dentista.
Vengo de una familia numerosa, soy el tercero de cuatro hermanos, todo el día jugábamos juntos, a fútbol lo que más, me encantaba. Cuando me preguntaban que quería ser de mayor, lo tenía muy claro, a diferencia de mis hermanos, quería ser médico dentista, supongo que realmente no sabía muy bien por qué, pero lo tenía clarísimo, ni futbolista ni nada, dentista.
Cuando cumplí los 18, y tenía que empezar la universidad, surgieron dudas, miedos, y es que estamos hablando de una decisión que marcaría mi vida, y que tenía tomada desde que era un niño, de forma totalmente irracional. Empecé a preguntarme: ¿Realmente quiero ser dentista?, ¿por qué?, ¿me gustan los dientes?
Aun con ciertas dudas, pero también con mucha ilusión, empecé en la facultad de odontología, y puedo decir que me enganchó, cada año que pasaba, más me gustaba. Hoy en día, tengo la suerte de dedicarme a algo que realmente me apasiona. Sin duda, acerté.
Mi padre, Guillermo Ochogavía Cerdà, que fue médico estomatólogo, abrió la clínica dental en Palma a finales del año 1977. Muchos de mis actuales pacientes, que eran ya pacientes suyos, tienen siempre unas amables palabras hacia él, sinceras y desde el cariño, pues además de ser un gran profesional, era sobre todo una bellísima persona, que atendía a los pacientes con su sencillez, simpatía y gran humanidad. Con su naturalidad, conseguía tranquilizar a los pacientes, quienes con total confianza se dejaban tratar.
Y es que mi padre, consiguió quitar el miedo al dentista a muchas personas que le tenían fobia, y conseguía que los pacientes se sintieran relajados y tranquilos en sus manos. Sabía crear el ambiente idóneo.
Y así era también fuera de la consulta, una persona respetada y muy querida, muy inteligente y manitas, que generaba mucha simpatía, muy buena energía y seguridad, ese tipo de personas a las que te gusta acercarte, tener siempre cerca, y yo tuve la suerte de que fuera mi padre.
Sin darse cuenta, o sin darme yo cuenta, me fue dando lecciones de cómo afrontar las cosas, de cómo solucionar los problemas, de cómo vivir. Que hay que trabajar duro, con constancia e ilusión para conseguir las cosas. Me enseñó a aceptar las cosas así como vienen, y que, aun estando mal, incluso sentenciado, hay que luchar hasta el final. A lo último, me dio una gran lección de dignidad que jamás olvidaré.
Sin duda él fue un gran ejemplo, como persona, como profesional y como padre, pero, ante todo, el fue un gran líder. Y es que en el fondo, sé perfectamente por qué de pequeño quería ser dentista, simplemente quería ser como él.
Firmado: Andrés Ochogavía González
17 de enero de 2017
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Dr. Ochogavía
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Dentista por corazón
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